Aquí empezó todo, en Plasencia, un espacio nuevo, diferente, alegre.
Una tienda de juegos con cajas de todos los colores y formas, un sala de juegos donde aprendimos las reglas, una ludoteca con un castillo de madera construido con unas maderas que nos encontramos y con colchonetas y una cocina para jugar y con una pared pintada por la chavalería.
También tenía un taller donde fabricábamos a toda máquina los juegos del Ludobús, torneábamos piezas, pintábamos y barnizábamos, un espacio al que invitábamos a todo el que se quisiera manchar durante un rato.